Entramos a Bélgica a través de la región valona de Hainaut, de donde son originarias nuestras queridas Saison. A través de carreteras de pavés pasamos de la región francesa de Calais (de donde provienen las Biere de Garde) a Valonia sin tener muy claro cuándo.
La primera visita fue a la Brasserie “Abbaye des Rocs”, donde fuimos recibidos por su fundador, a quien interrumpimos en sus labores hotelanas (envidia daba ese huerto con calabacines amarillos, pero el invernadero con tomateras de dos metros es tema aparte). Para hacernos una idea, las instalaciones consisten en una vivienda con jardín, y un cobertizo donde se encuentra la maquinaría cervecera. Detrás, una huerta, un invernadero y un almacén donde guardan la producción. Fin.
Su dueño nos explicó que comenzó a vender su cerveza en 1979, realizando lotes de 40 litros. Todo evolucionó de forma relativamente tranquila hasta que Michael Jackson decidió reseñarlos en alguno de sus atlas mundiales cerveceros. A partir de ese momento la producción fue incrementándose para hacer frente a las ventas, llegando al lote actual, de 1.000 litros. Pese a la alta graduación de sus 4 cervezas, nos dijeron que no añaden ningún tipo de azucar al que extraen de la malta: largos tiempos de maceración y hervido se encargan de elevar la densidad de su mosto. De esta forma me explico el tono dorado de su cerveza de trigo, que catalogan como “double blanche”. En el sotano bajo la maquinaria, al que accedimos en el montacargas, se realiza la maduración de la cerveza embotellada y la fermentación primaria, además de las tareas manuales de etiquetado. En un nivel más bajo están los depositos de guarda. No vimos en ello mayor control de temperatura que un termómetro en la pared. Ventajas de un clima suave.
Las variedades disponibles, en botellas de 75cl. son blonde “Altitude”, ambrée “Montagnarde”, brune “Abbaye des Rocs” y blanche double “Blanche des Honelles”. Las variedades blonde y blanche con 6º y las ambrée y brune con 9º. Nos tragimos una muestra de todas ellas y, por mi parte, cierta sensación de tener que empezar a estudiar francés, porque es una pena no haber podido aprender más de la visita.
Siguiendo con las visitas en Hainaut, visitamos la Brasserie Du Pont en Tourpes, elaboradores de nuestras adoradas Moinette Brune y Saison Du Pont. No pudimos ver la fábrica porque el exceso de trabajo en ese momento lo impedía. Ya estamos hablando de una fabrica, relativamente pequeña pero fábrica, y no de una casa particular con producción cervecera en el jardín, y eso tiene sus contras. Dado que en Logroño tenemos, afortunadamente, un muy buen suministro de sus cervezas, de Du Pont sólo nos tragimos su pack “bio”: Moinette Biologique, Saison Dupont Biologique, Blanche de Hainaut (una blanca muy buena), Biolegére (una cerveza de 3º que pese a esa aparente ligereza tiene un gran sabor y amargor; creo que puede ser una buena representación de la saison primitiva, de poco grado dado que su fin era refrescar las tareas del campo en verano. Muy muy recomendable) y Biere de Miel, cuyo nombre explica bastante.
En Tournai pudimos conseguir el kit completo de Brasserie la Lesse, un proyecto cooperativo que nace para huir del hartazgo generado por el tipo de relaciones sociales y comerciales que rigen nuestro mundo. Dejaron sus respectivos trabajos y crearon esta cervecera, que tiene la intención de prestar atención a la componente ética de todas sus actividades (desde el acopio de la materia prima hasta los canales de distribución). Un proyecto muy interesante. Su gama: blonde “La Chinette”, ambrée “La Cambrée”, brune “La Rouge Croix” y blanche “Marie Blanche”.
Vinculadas también a Valonia, aunque las probamos en otra región, hemos traído “Hercule Stout” de Brasserie Ellezeloisse (desconozco si es Hainaut u otra provincia) y Saison de Dottignies. Ambas merecen otra oportunidad, dado que la cata la hicimos tras diversas tripel que desvirtuaron, seguro, nuestra capacidad sensorial. Saison de Dottignies no parecía tener argumentos sólidos frente a Saison Du Pont, pero Hercule Stout es una stout de 9º a la que el alcohol no se le nota en absoluto, con poco carácter tostado y un sabor en apariencia equilibrado, pero lo dicho, hay que volver a probarla para incidir mejor en sus virtudes o en la falta de las mismas. Nosotros las cargamos en el coche y aquí que han venido.
Por terminar siendo exhaustivo diré que en Mons, poseídos por la sed, nos vimosen la absoluta necesidad de entrar en un bar de Leffe, donde descubrimos la existenci de la Leffe Royal, una versión conmemorativa. Algo más ambar que la blonde, carece también de ese excesivo dulzor, que cambia por tonos ligeramente tostados e interesantes. Está buena pero no hemos traído; si no llega a España, mala suerte. Había cosas más interesantes.
de botellas vacías como folios en blanco 
Hablando de envidia… jajaja. Aunque yo me voy para allá el seis de septiembre y voy a pasar 3-4 días en Bélgica y un par de ellos por Alemania. Pero vamos, esto lo cambio yo por el curso del BJCP en dos minutos 😉